Aunque una proviene de Santiago y la otra de Punta Arenas, sus biografías tienden a converger. Ambas como pilotos del Grupo 6 de la Fuerza Aérea, de la base Chabunco, ubicada en Punta Arenas. Allí las tenientes Mylen Pauvif (28) y Romina Rebolledo (26) son las primeras -y únicas- mujeres, en medio de un escuadrón integrado también por una decena de hombres, que cuentan con la “habilitación antártica”. Es decir, capacitadas para operar y aterrizar en el continente helado en los aviones DHC Twin Otter.
“Lo más complicado son las condiciones meteorológicas, con precipitaciones y nubosidades que a veces esconden el horizonte, y vientos de más de 100 km/h, pero es un trabajo cautivante”, cuenta la oficial Pauvif, quien tiene capacitaciones en Canadá (ha volado el Círculo Polar Artico) y que se encuentra destinada en esa unidad del sur desde 2010. Antes estudió Medicina en Valparaíso.
La teniente Rebolledo, en tanto, destaca que las misiones a la Antártica suelen durar tres y cuatro meses: “Estando allá se cumplen muchas tareas, a veces en condiciones difíciles y que, sin entrenamiento, pueden resultar estresantes. Por ejemplo, cuando en verano hay luz solar durante el día y la noche sin interrupción”.
Los Twin Otter recorren 669 millas náuticas (casi mil kilómetros) hasta la Base Presidente Eduardo Frei en poco más de cinco horas. Vuelan a 11 mil pies (3.300 m.) y aterrizan en pistas con o sin nieve, mediante sistemas de ruedas convencionales o esquís.
En la Fach destacan que también hay una tercera oficial que acaba de recibir la acreditación, pero que aún no cumple una misión. “En 1979 se efectuó el primer vuelo de un C130 Hércules desde Punta Arenas hasta la isla Adelaida, cruzando el Círculo Polar Antártico. Y en 1980, por primera vez, dos aviones Twin Otter aterrizaron en el aeródromo Teniente Rodolfo Marsh, de la Base Frei”, informa la institución.
“Aquí no hay machismo, se trabaja en equipo y los hombres están acostumbrados a que somos parte del paisaje”, dice Pauvif.
Según la oficial Rebolledo, “las misiones suelen ser largas y por supuesto que se echa de menos a la familia, pero es parte del trabajo y también nos vamos rotando”.